viernes, 4 de noviembre de 2016

Sobre la película de animación de El Señor de los Anillos




Algún día tendré que hablar largo y tendido sobre El Señor de los Anillos. Pero, me temo, será muy largo, y muy tendido.

Hoy quiero referirme a la película de animación basada en la novela de Tolkien, que se estrenó en 1978. No es muy conocida, o muy recordada, puesto que supuso un fracaso comercial importante. De hecho, se suponía que se haría una segunda parte para terminar con la historia de la trilogía, pero no se llevó a cabo, puesto que no hubiera sido un buen negocio.

Realmente, llevar a cabo una adaptación cinematográfica de El Señor de los Anillos siempre se consideró algo imposible. Así lo consideró el propio Tolkien, al menos. Pero Peter Jackson probó que, aún difícil, era posible hacerlo, con esa trilogía que todos conocemos, y que está hecha con un cariño y un respeto a la novela obvios. Sin embargo, eso no quiere decir que la peli de dibujos del 78 fuera un mal producto.

Tolkien ya tuvo que enfrentarse al rechazo de todos sus compañeros académicos hacia la fantasía, que se veía, por entonces, como algo infantil, para niños. No se puede decir que la cosa haya cambiado mucho en ese sentido. Pero ya hay gente que puede comprender las maravillas de la fantasia como medio de expresión, y a eso me referiré también en otro artículo. Sin embargo, lo que nadie parece estar dispuesto a comprender, o a respetar, es a los dibujos animados.

El creador de este filme es Ralph Bakshi, un especialista en la animación para adultos, que si hubiera nacido en Japón, seguramente seria millonario, pero tuvo la desgracia de habitar en ese mundo sin alma que es occidente, así que morirá con una mano delante y otra detrás. En los años 70, a ningún adulto occidental se le ocurriría ver dibujos animados, y por eso, la película fracasó, y la historia no continuó.


Sin embargo, para España, el lanzamiento de este filme resultó una bendición sin igual, porque no fue hasta entonces que se publicó El Señor de los Anillos en el país, con más de 20 años de retraso con respecto a la edición original inglesa. La traducción fue hecha por la editorial Minotauro, encabezada por Francisco Porrúa, que llevo a cabo un trabajo titánico, encontrando, siempre, palabras maravillosas con las que traducir los términos que Tolkien introducía en sus libros. 

La peli a mi me ha gustado. Obviamente, por su antiguedad, tiene una animación tosca, y tiene otros problemas graves, relacionados con el sonido y con el trabajo de dirección en general. Los planos no son correctos, por ejemplo. En momentos de tensión o suspense, estos no están enfocados en aquello en lo que habría que poner énfasis en la escena, y, como el sonido tampoco hace su parte, ese tipo de situaciones queda muy mal.

Pero tiene cosas que son muy buenas. La selección de escenas, y el guión, están muy bien, y se nota, claramente, que sirvieron de inspiración a Peter Jackson a la hora de crear su trilogía. La selección, en ocasiones, es idéntica en una y otra producción. Asimismo, el uso del color es muy llamativo, con una gran incidencia del rojo, que crea una sensación de dolor y miedo mucho más desagradable que el verde de Jackson, si bien este se va oscurenciendo con el paso de las películas.

El trabajo con los nazgul también es muy interesante, mostrando una oscuridad en su interior que produce un pánico mayor que el que tienen los personajes de la trilogía. Además, hay que hacer especial hincapié en las escenas interpretadas por personas reales, mezcladas con la animación. Esa es una de las grandes especialidades de Bakshi, y es muy interesante, fomentando esa sensación de miedo a los peligros desconocidos, que produce al espectador una gran empatía con los débiles hobbits. 

El Señor de los Anillos de Bakshi es una película muy interesante, con cosas buenas y malas, de difícil comprensión, seguro, para muchos espectadores, a no ser que sean muy frikies de la obra de Tolkien, como es el caso.




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